Términos matemáticos de la productividad: fórmulas que delinean el momento preciso en que la eficacia de la mente disminuye


Cada individuo es único, y la productividad personal está influenciada por una variedad de variables como hábitos adquiridos, necesidades, personalidad y circunstancias personales. A pesar de esta singularidad, existen algunos principios comunes a toda la humanidad que permiten formular una serie de «leyes generales» para la gestión del tiempo y la productividad, las cuales se aplican en mayor o menor medida para todos.

Son teorías formuladas por economistas, filósofos, historiadores y psicólogos que, a través de la observación del comportamiento humano frente a los desafíos del trabajo y la productividad, proponen diversas leyes que delinean estrategias de organización o prácticas que contribuyen a aumentar la productividad.

La Ley de Yerkes-Dodson, formulada en 1908 por los psicólogos Robert M. Yerkes y John Dillingham Dodson, describe cómo el rendimiento óptimo de una persona se encuentra en el punto de equilibrio entre la falta de interés y una situación de estrés abrumador, representado por una curva en forma de U invertida.

la Ley de Yerkes-Dodson sugiere que el rendimiento óptimo se alcanza cuando hay un equilibrio adecuado entre el nivel de activación (o estrés) y el rendimiento.

Las leyes mencionadas ofrecen valiosas reflexiones sobre la gestión del tiempo y la productividad. Un ejemplo de aplicación de cada una de ellas podría ser el siguiente:

  1. Ley de Parkinson: Se puede imaginar a alguien que tiene una tarea para completar, como preparar una presentación para una reunión que se llevará a cabo en una semana. Si esta persona se da cuenta de que tiene una semana entera para completarla, es probable que se tome su tiempo y posponga el trabajo hasta el último momento. Como resultado, es posible que termine dedicando más tiempo del necesario a detalles innecesarios y menos tiempo a aspectos cruciales de la presentación.Para evitar caer en la trampa de Parkinson, podría aplicar la regla de los dos minutos: si una tarea toma dos minutos o menos, la persona la realiza inmediatamente, sin importar cuánto tiempo tenga disponible.
  2. Ley de Illich (Ley de los Rendimientos Decrecientes): Alguien podría estar escribiendo un informe extenso para su trabajo. Al principio, esta persona podría sentirse motivada y enfocada, lo que le permitirá progresar rápidamente y mantener una alta productividad. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y se sumerge en la tarea, es posible que comience a sentir fatiga mental y que su rendimiento disminuya.Para contrarrestar el efecto de la Ley de Illich, esta persona podría dividir la tarea en segmentos más pequeños y manejables. Utilizando el método Pomodoro, podría trabajar en bloques de tiempo definidos, alternando períodos de trabajo concentrado con breves descansos. Esto le ayudaría a mantener un nivel constante de productividad y a evitar el agotamiento mental que conduce a la disminución de la calidad del trabajo.
  3. La Ley de Carlson: También conocida como la Ley de las Secuencias Homogéneas, plantea un enfoque diferente al considerar no cuánto trabajas, sino cómo trabajas. Esta ley fue formulada en 1950 por el economista sueco Sune Carlson. Se fundamenta en la idea de que trabajar de manera ininterrumpida es más eficiente y requiere menos tiempo que hacerlo con interrupciones. Carlson observó que los empleados enfrentaban dificultades para mantener la concentración durante más de veinte minutos seguidos debido a las constantes interrupciones de sus compañeros, llamadas telefónicas, reuniones, entre otros factores.

En conclusión, las leyes de Parkinson, Illich y Carlson ofrecen valiosas perspectivas sobre la gestión del tiempo y la productividad en el entorno laboral. La Ley de Parkinson advierte sobre la tendencia a expandir el trabajo para llenar el tiempo disponible, destacando la importancia de establecer límites y prioridades para evitar la procrastinación. Por otro lado, la Ley de Illich resalta el principio de rendimientos decrecientes, enfatizando la necesidad de mantener la productividad mediante una distribución adecuada del esfuerzo y descanso. Finalmente, la Ley de Carlson subraya la eficacia de trabajar de manera ininterrumpida para maximizar la concentración y minimizar las distracciones. En conjunto, estas leyes proporcionan herramientas útiles para optimizar la eficiencia y lograr resultados más satisfactorios en el ámbito laboral.